En ese partido, el Arsenal remontó un 1-0 en contra en la ida en Oporto y Costa vio a Martin Odegaard, Kai Havertz, Bukayo Saka y Declan Rice marcar penaltis, mientras que David Raya paró dos, asegurando el pase del equipo inglés a cuartos de final. Cuando Costa se incorporó a la concentración de Portugal en Harsewinkel, aquella tanda de penaltis todavía estaba fresca en su mente, como señaló su entrenador Roberto Martínez: «Hablamos de esa experiencia contra el Arsenal. Su experiencia y su nivel de madurez nos han ayudado», explicó Martínez. «Diogo utilizó su corazón y su sentimiento, y ha crecido mucho. Es un gran portero, el gran secreto del fútbol portugués, que brilló hoy».
La actuación de Costa no sólo consoló a Cristiano Ronaldo, sino que también le permitió derramar lágrimas de alegría y alivio en la primera ronda de entrevistas televisivas. Nacido hace 24 años en Rothrist, Suiza, donde emigraron sus padres portugueses, Costa recordó otra tanda de penaltis con Portugal ocho años antes, en la final del Campeonato Europeo sub-17 contra España. En aquella ocasión, tampoco logró detener un penalti, aunque su selección acabó ganando el título después de que Manu Morlanes fallara su lanzamiento. «Siempre estudiábamos, pero no prestaba mucha atención al análisis. Era instinto. No puedo explicarlo, los porteros tienen que tener eso, y gracias a Dios funcionó», dijo el guardameta, que se formó en la cantera del Porto desde los 11 años.
Tras sus primeras apariciones en televisión, Costa llegó a la sala de prensa del Frankfurt Arena con el trofeo al mejor jugador del partido. Lo colocó a su derecha y miró al público con una sonrisa de satisfacción. En la rueda de prensa, no solo habló de los penaltis que paró, sino también del momento crucial de la segunda parte de la prórroga, cuando Sesko se escapó de Pepe y cabeceó hacia su portería: “Estos partidos son difíciles porque pasamos mucho tiempo sin tocar el balón, así que me concentré en aprovechar cada oportunidad. Puse toda mi energía en eso. Pensé: ‘tengo que pararlo’. Hice lo que pude… Intenté leer su cuerpo para ver dónde iba a tirar, y gracias a Dios pude pararlo”. Extendió la mano izquierda y mandó el partido a la tanda de penaltis. “Puede que sea el partido de mi vida, en el que más he podido ayudar al equipo”, reflexionó.
Incluso entonces, sentado, Costa no pudo dar más explicaciones sobre cómo logró lo que nadie había logrado antes: “Me concentré lo máximo que pude, tomé aire y seguí mi instinto”, dijo. “Pero lo más importante es el trabajo. Trabajo duro y tengo mucha confianza en mí mismo”.
Costa también se mostró satisfecho por haber sustituido a Cristiano Ronaldo, que falló un penalti en la primera parte de la prórroga que podría haber decidido la eliminatoria: “Teníamos que seguir creyendo. Todos cometemos errores, pero lo importante es lo que hacemos después. Hay que creer, y eso es lo que hicimos”, afirmó. “Entiendo su frustración, porque dedica mucho tiempo a la preparación. Es un placer jugar con él”.
Al final, cuando ya casi había salido de la sala, alguien le recordó: “¡El trofeo!”. Volvió a buscar el premio al MVP que había olvidado, tan inesperado como sus tres salvadas, y se fue, todavía flotando en una nube de satisfacción.